( Grupo de teatro Catalejo. Escena de la obra: "A quién quiera escuchar". Foto: v.a) |
LO PEOR, NO SOMOS NOSOTRAS…*
x victoria aldunate
“¿En serio no crees
que soy lo peor?”…
Ayer en la noche nos abrazamos con mi hermano en el colchón
en el suelo en que debe dormir, y volví a sentir que soy lo peor… La peor
hermana, la peor madre. Lo peor de lo peor. Doy puros problemas… ¡Pobre de mis
hijas! ¡Pobre mi hermano que nunca he podido protegerlo como debiera!
El José, mi hermano, está viviendo en la casa de la
Bernarda, mi hermana. Mi cuñado aceptó recibirlo porque el José ya está
rehabilitado y trabajando, pero no le pone cama: “¡En el suelo no más!”, le
dice.
En la mañana mi cuñado vino y me pateó para que me
despertara: “¡Ya pa afuera! ¡Y no te quiero ver por acá de nuevo!“, gritó. Mi
hermana le rogó que no me echara altiro, pero él le dio una mirada que me heló
la sangre. Fue como ver a mi padre... Me paré rápido de ahí. Vi a mi hermano
apretar los puños, pero no pudo hacer nada, no tiene donde vivir.
Llegué ahí porque el José fue anoche a buscarme a la calle,
él también ha sido adicto y sabe cómo es. Entonces me llevó a la casa de mi
hermana porque no tiene otro lugar. “¡No metas bulla por favor Rosa pa que el
Mario no te cache!”, me dijo la Bernarda. “Ni una taza de té puedo darte,
porque se puede despertar”.
Yo tiritaba y el José me abrazó para que no tuviera tanto
frío y me dijo: “¿Qué vamos a hacer hermana?”. Y yo en vez de responderle,
lloré y lloré... Sentí que en ese colchón volvíamos a ser niños temblando de
miedo... Me dieron ganas de consumir...
Cuando chicos nuestro padre le pegaba siempre a él, le decía
que era un huacho feo. Cuando mi padre ya iba a llegar a la casa el José se
orinaba y comenzaba a tiritar y mi mamá nos acostaba. Teníamos una sola cama
para dormir todos los hermanos. El José se ponía siempre cerca de mí porque yo
le cantaba esa canción: “Duérmete niño, duérmete ya…”. Cuando sonaba la puerta,
yo trataba de esconderlo con mi cuerpo para que mi padre no lo encontrara, pero
me lo arrancaba, lo sacaba a patadas de la cama y lo golpeaba hasta que lo
dejaba ensangrentado…
Cuando el José cumplió 12 años, no hubo ningún festejo, al
contrario, nuestro padre le pegó doce palos en las manos. Sus deditos
sangraban, mi mamá imploraba y parecía que mi padre más le pegaba… el José
estaba orinándose, aterrorizado y mi padre fue pegándole lento, de golpe en
golpe, uno por cada año… Le dijo que le pegaba por haber nacido. Luego agarró a
mi mamá y la arrastró de los pelos al baño, cerró la puerta y escuchamos que
ella dijo “¡No, por favor, no!” y nada más… Mis hermanas gritaban en la puerta
del baño: “¡Mamita!”… Pero mi padre jamás se compadecía… Cuando él salió del
baño se fue a la calle sin mirarnos siquiera. Entonces la vimos, hecha un
ovillo en el suelo, al lado del excusado, llorando silenciosa...
Así me quedé yo anoche luego de que los dos tipos me
violaron. Me acerqué a pedirles una pasta y me dijeron que pasara. Cuando entré
al ruco sentí algo malo… si parece que el pecho me avisaba, pero me quedé, no
podía aguantarme... Tenía una luca no más. Cuando ya llevaba cinco, uno me
dijo: “¿Tenis más plata?”. Le respondí que no. “¡Ya!”, me gritó, “¡arriba
entonces!”. Como yo no me paraba, me agarró del brazo y me tiró contra la
pared; me subió la falda, me sacó los calzones y comenzó a violarme. Yo le
rogué “¡No, por favor, no”… imploré igual que mi mamá le imploraba a mi padre
(pero cuando ellos quieren hacernos esto, no paran)... Me violaron por turno,
varias veces los dos, después me echaron a empellones de su ruco. Caminé como
pude, tiritando y me senté en una plaza... De repente me di cuenta que estaba
llorando, tenía la cara mojada, las lágrimas me daban frío… Y me dije: “Yo me
lo busqué”… “Soy lo peor”… Ahora siento asco, me siento la mujer más sucia
aunque me bañe mil veces…
“¿Tú de verdad crees que no me lo merezco?”…
Desde chica he sentido que no debí haber nacido. Ahora
siento que debería morirme, pero que soy muy cobarde para matarme… Mientras mi
marido me insultaba hace unos días, mi hija me gritó: “¡Muérete vieja puta, no
llores, no hables, no quiero oírte ni verte, debían matarte!”. Ella está en la
Universidad, en tercer año de su carrera profesional y también piensa que yo
soy lo peor y yo me digo que quizás tiene razón…
¿Para qué estoy viva si soy una drogadicta?… lo peor... porque
ser mujer drogadicta es hasta peor que ser hombre drogadicto… son ellos los que
nos violan a nosotras… La gente me mira con mucho desprecio. Hay quienes me han
dicho que es más feo una mujer que un hombre, y nadie entiende por qué no me
aguanto de consumir. En el consultorio me dan remedios porque dicen que soy
depresiva, yo me tomo los remedios, me aguanto unos días y vuelvo a consumir.
¿Sabes? Yo ni sé andar en el metro; no sé hacer un trámite,
mi marido dice que soy la peor dueña de casa, que mi madre nunca me enseñó. Es
que yo, igual que ella, no sé leer ni escribir. Mi hija se ríe de mí por
ignorante. Su padre siempre ha hecho chistes por esto de que yo no puedo ni
anotar un teléfono. Las niñas, de chicas se reían con él, pero ahora sólo la
del medio, la universitaria, se sigue burlando de mí... La mayor no y la menor
no se mete.
Mi hija mayor está casada. Ella, pobrecita, llora cuando me
ve mal: “¡Mamita!”, me dice, “¿por qué usted salió así?”… Me acompaña al
consultorio esperanzada de que yo cambie. Se arriesga por mí, porque tiene
cinco niñitos y el marido se enoja mucho si sabe que se junta conmigo. Mi yerno
también cree que yo soy lo peor. “Tu mamá ya no tiene arreglo”, le dice, “tenis
que estar en tu casa con tus hijos, haciendo las cosas y no andar con la vieja
esa”… Ella tiene que salir escondida de la casa… porque ¿qué haría ella si él
la deja sola con cinco niñitos?... Yo le digo: “Mijita, váyase no más, que no
la pillen que anda conmigo”… Y me da tanta pena ser lo peor y que a la
pobrecita le tocara justo esta madre que soy yo...
“¿En serio no crees que soy lo peor?”…
*Relato basado en el testimonio de una mujer atendida
victoria aldunate, terapeuta feminista.
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