TODA LA PUNTADA CON HILO, TODA, TODA, HA SIDO, SIEMPRE, CONTRA LA VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES... NOS REBELAMOS A HABLAR DE "VIOLENCIA FAMILIAR" -A DISFRAZAR LA REALIDAD DE LAS MUJERES-. ACÁ COLOCAREMOS ALGUNOS TEXTOS ELEGIDOS, A SABIENDAS QUE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES ES ESTRUCTURAL PORQUE ASÍ OPERA EL PATRIARCADO...

martes, 24 de mayo de 2016

UNOS OJOS NUEVOS

Unos ojos nuevos…
X victoria Aldunate*
Nos mutilan desde que nacemos. Nos arrebatan el clítoris y el erotismo propio. Nos mantienen en la ignorancia para que no aprendamos a nombrar nuestra vulva; para que nos avergüence y la usemos como un objeto deseado por otros, un “pedazo” de cuerpo que no comprendemos ni amamos.
Nuestro cuerpo es un Botín de Guerra de la masculinidad.

Desde que nacemos nos sacan los ojos. La primera vez es cuando nos llaman “mujercitas”, la segunda es cuando se desviven porque seamos “bonitas” y la tercera cuando nos preguntan, estando aún en la Escuela Primaria, si tenemos “pololo” -“novio”, en el decir de otros pueblos-, y puede haber otros ejemplos.
De ahí en adelante las mutilaciones son múltiples y masivas.

En una Escuela Básica que conocí hace unos 15 años, los niñitos “jugaban” a toquetear a las niñas cuando pasaban, y en una escuela actual un chico manda a otro a pegarles a las niñas “que no quieren ser sus amigas”. Las niñas no saben cómo enfrentar tanta mierda, y adultos “progresistas” responden que son “sólo juegos”.
Es así como hemos crecido en la Impunidad.

Nuestros cuerpos son abusados desde el lenguaje hasta las mutilaciones. Nos han educado con afirmaciones aparentemente neutrales como “cuando te cases”, “cuando tengas hijos”, “cuando tengas marido”. Hemos soportado desde chicas miradas masculinas horrorosas, lascivas. Abuelos, tíos, padres, padrastros, amigos de la casa, hermanos mayores, nos han  violado “en Familia”.
Laura fue adoptada por su hermana adulta, desde los siete años fue usada como juguete sexual por sus sobrinos que tenían entre 5 y 10 años más que ella, y después de esos adolescentes violadores vino el “turno” del padre (el esposo de la hermana).
Así la cegaron y no la han dejado mirarse ni verse durante al menos tres décadas.

Nos dejan las cuencas sangrantes y cuando igualmente tenemos atisbos de ver, nos dicen “conflictivas” y “locas”, que “vemos lo que no hay”.
Vemos que nos niegan aunque nos repiten hasta el cansancio que somos “iguales”. Vemos que nos ofenden hablando de “los roles de mujeres y hombres”.
Vemos que nos burlan.
Vemos que el feminicidio es una institución.
Muchas han elegido la ceguera y han fortalecido la supremacía de los hombres. Ese es el objetivo de arrebatarnos los ojos: reafirmar, en medio de tanta revuelta de mujeres, el poder masculino para la Dominación.

Resentidas y resistentes, de igual manera, muchas veces, somos ciegas. Tanto que no logramos vernos entre nosotras. La ceguera está presente incluso cuando hacen nata las consignas feministas. Se disfraza la misoginia con discursos de modernidad. El sentimiento se esconde, el odio entre mujeres se disimula y se justifica, las tensiones son de cortarlas con tijeras, la hipocresía se entierra con consignas.
Se nos mutila con juicios que nos señalan como “putas”, “malas madres”, “rompehogares”, “frígidas”, “calientes”, “mariconas”, o sin decir nada, haciendo un vacío silencioso y mutilador.
El daño te duele tanto en la vulva y las córneas que por un tiempo callas. Pero como las vivencias no son un papel escrito ni un relato publicado, nuevamente porfías, y si ya no ves, entonces escuchas y oyes. Entonces te arrancan las orejas, te las muerden, te sacan pedazo, te dejan sorda.
Silvia dejó de oír su deseo por las otras y no ha podido recuperarlo desde que entre varios la “hicieron mujer”.
“Hacernos mujer” es violarnos, mutilarnos, cegarnos y ensordecernos.  
No hay mejor manera de quitarnos los ojos que con el amor hetero y toda su estúpida pomposidad carcelaria -“hasta que la muerte los separe”-, que se replica en el matrimonio de la “diversidad sexual”. “El amor todo lo aguanta”. “Por amor” nos dejan ciegas y sordas. Lo que viene después es quitarnos el juicio y la conciencia, y para ello, suministrarnos todas las sustancias de moda que una industria perversa y sus circuitos de consumo nos venden a cambio de nuestras vidas y conciencias.
Nos “vuelan”, “nos dejan duras”, “nos activan”. Muchos procuran drogas a mujeres para hacerlas más “manejables”, violarlas o conservarlas su lado.  

Otra manera de dejarnos ciegas, sordas, mutiladas e inconscientes de nuestros propios sentires, es la oferta de discursos pre-hechos teñidos de feminismo justo en una época en que éste se viste y se peina a la moda.
Cuando no hacemos contacto con lo que vemos, oímos y sentimos, es fácil hacernos tragar discursos de “equidad” e “integración”.
En ese lugar “neutral” la violencia contra las mujeres se despoja de su carácter de Genocidio para convertirse en “episodios aislados”. Nos hablan de “las violencias, vengan de donde vengan”. La radicalidad de lo que vivimos se vuelve ambigüedad liberal y las instituciones despliegan toda su misoginia, pueriles como son, para cortarnos la lengua y dejarnos mudas.

SERNAM resignifica el “heroísmo masculino” mostrando a los hombres, como hace cien años, “salvando” a las mujeres, violentos y tratándonos como “sus protegidas”[1].
 
Volante SERNAM, Servicio Nacional de la Mujer: una mujer está detrás del hombre y otra incluso detrás de un niño
Y una Campaña de Metro de Santiago “para las buenas costumbres”, coloca en diversas estaciones una gigantografía con la imagen de una mujer vieja animalizada con un cuerno en medio de la frente, una cola y pesuñas[2].

Gigantografía que Metro de Santiago ha colocado en diversas de sus estaciones

En la Historia occidental,  a las mujeres se nos ha presentado a menudo como “animales” para ser dominadas y en su defecto eliminadas por “salvajes”. El cuerno de la mujer en la gigantografía bien podría ser el de la cabra de las brujas según el “Maleficarum” (1610), libro que justificó la tortura y la quema de millones de mujeres (en Europa) y de “indias” en América Latina[3]. En la imagen de Metro de Santiago la “mujer-animal” es observada por una mujer más joven, aliada de los hombres, con una mueca de algo que se parece mucho al asco.
 
La bruja volando montada en la cabra, grabado de Francesco-María Guazzo del compendio Maleficarum de 1610 (en libro “Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación primitiva”, Ed. Historia Traficantes de Sueños, 2004 
Mujer vieja desafiante, la imagen típica de la bruja inglesa según Silvia Federici en “Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación primitiva”, Ed. Historia Traficantes de Sueños, 2004 


Nada nuevo bajo el sol, pero ahora en medio de este despilfarro de frases hechas “a favor de las mujeres”.

Ante tanta agresión, necesitamos urgente unos ojos nuevos, seguir en la recuperación de nuestros cuerpos y toda la autoconciencia de la que seamos capaces.




[1] Volante de la campaña de SERNAM “Por mí y por todas las mujeres” donde un “heroico” varón protege a  la mujer que  mantiene detrás de él.
[2] Gigantografía que muestra a una mujer mayor con un cuerno en la frente, cola y pesuñas.
[3] La imagen de la bruja volando sobre una cabra según el libro “Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación primitiva” (Ed. Historia Traficantes de Sueños, 2004) es un grabado de Francesco-María Guazzo del compendio Maleficarum de 1610. La imagen de la bruja desafiante rodeada de animales siendo observada por hombres es, según Federici, la imagen clásica de la bruja inglesa en The Wonderful Discoveries of the Witchcrafts De Margaret y Phillip Flowers (1619). Como sabemos la ejecución de las mujeres fue llevada a cabo por la Iglesia Católica Apostólica Romana en la baja Edad Media sin que ningún ilustrado se pronunciara en contra del Genocidio principalmente de mujeres, “indias” e “indios”.

miércoles, 11 de mayo de 2016

LA VIOLENTA CENSURA DE KAREN DOGGENWEILER A LA PESCADORA POR CRÍTICA A BACHELET

Karen Doggenweiler: género y clase
Paola Arroyo Fernández, Profesora de castellano feminista
Es violento, porque se atreve sin ningún pudor a poner sobre los labios de la mujer justo cuando ésta expresaba su rabia y descontento ante otra mujer, la presidenta Bachelet. Es violento, porque ese tapaboca no sólo la silencia, también genera en ella el llanto.

Cada vez que he visto la imagen de TVN que muestra a la animadora estrella- de esas estrellas sin brillo que van quedando en el canal de todos los chilenos- justo cuando le tapa la boca a una pobladora de Pargua, no puedo sino sentir la violencia de ese gesto. Es violento, porque se atreve sin ningún pudor a poner sobre los labios de la mujer justo cuando ésta expresaba su rabia y descontento ante otra mujer, la presidenta Bachelet. Es violento, porque ese tapaboca no sólo la silencia, también genera en ella el llanto. Es violento, porque trae como inmediata reacción desde el canal las palabras que interpretan como profunda emoción ese llanto, el llanto de una mujer anónima, mujer pobre, mujer que está en plena protesta por las precarias condiciones en las que ella y toda la población afectada por eso que han dado en llamar marea roja, se encuentra. Y esa interpretación demuestra sin equívocos la nula valoración que la sociedad chilena le da a una mujer pobre.
Ese gesto es elocuente. Representa la violencia patriarcal, aunque Doggenweiler tenga biología femenina, pero también representa esa violencia de clase a veces escondida entre las faldas de quienes abogan por una supuesta igualdad. ¿Y de qué igualdad hablan mujeres como la animadora, las parlamentarias o la propia presidenta? Muchas veces las feministas nos vemos en la encrucijada de sopesar las opiniones y supuestos logros cuando significan algún grado de avance. Y es que en un país medieval como éste, esa es una trampa de la que cuesta escapar. Nadie podría decir que la discusión sobre la despenalización del aborto en tres causales, por ejemplo, no represente algún grado de avance, pero no nos engañemos-al menos yo no me engaño- ese avance significa despertar conciencias, en especial de las propias mujeres, de un modo limitado, circunscrito a una situación de victimización. Pero claro, dado el estado embrionario de la concepción que la sociedad chilena posee de las mujeres, hay que decir, a regaña dientes, que es un grado de avance.



Distinto es, a mí modo de ver, cuando se trata de proyectos como la ley de cuotas, la igualación de salarios entre hombres y mujeres o la elección de una mujer como Presidenta de la República. Bachelet ya ha cumplido dos años al mando más todo un gobierno anterior, en que ha demostrado con creces que lo suyo es el capitalismo con falda. Y si bien soy totalmente contraria a toda descalificación de su persona disfrazada de crítica política, pues muchas de ellas encierran una profunda misoginia, también lo soy a todas sus políticas neoliberales y al alto nivel de represión que tanto en su anterior gobierno, como en el actual, ejercen sobre la población y su protesta social. No nos engañemos, la presidenta pertenece es parte de la clase dominante.

Lo que presenciamos en el viral que destapa el verdadero rostro de Karen Doggenweiler, esa rubia simpática cónyuge del siempre fracasado MEO, es no una solidaridad con Bachelet ante los dichos-incompletos- de la pobladora, sino una solidaridad de clase. La animadora es parte de la elite política, sí, porque es la mujer de un eterno candidato, ex diputado y actual imputado por caso SQM, pero también porque forma parte de ese servil staff de periodistas que ofician como mensajeros del poder de turno. Doggenweiler prefirió su clase antes que su género, prefirió acallar la humilde voz de una trabajadora con tal de mantener el status quo frente a las pantallas de tv que transmitían en vivo y en directo “el matinal de Chile”. Prefirió cuadrarse como guardia en servicio ante la autoridad, prefirió violentar de manera brutal la voz de una mujer perteneciente a una clase a la cual la televisión sólo da cabida para mostrar sus miserias en son de reality, de chiste o de noticia policial.

Sin embargo, hay también en el violento gesto de la rubia animadora un profundo hedor a patriarcado. Me pregunto si acaso ella hubiera tenido la misma actitud corporal con un pescador; me pregunto si acaso ella hubiera tenido el mismo gesto con un político que no responde lo que se le pregunta y sólo expresa evasivas-cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia-; me pregunto si acaso a Bachelet sería capaz, siquiera, de abrazarla amistosamente. Y todas mis respuestas son negativas.

En su tapaboca violento,  hay un desprecio a la pobreza y también un desprecio a la mujer. Tomar a la mujer con vehemencia, “agarrarla” como a un objeto, como un cuerpo inerte, es un guiño al poder patriarcal, ejercido mayoritariamente por hombres a lo largo de la historia, pero también replicado por aquellas mujeres que, como la animadora, se ubican desde el poder por sobre la gran mayoría de la población. Doggenweiler es, hoy por hoy, un ejemplo más del patriarcado capitalista que nos gobierna.