TODA LA PUNTADA CON HILO, TODA, TODA, HA SIDO, SIEMPRE, CONTRA LA VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES... NOS REBELAMOS A HABLAR DE "VIOLENCIA FAMILIAR" -A DISFRAZAR LA REALIDAD DE LAS MUJERES-. ACÁ COLOCAREMOS ALGUNOS TEXTOS ELEGIDOS, A SABIENDAS QUE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES ES ESTRUCTURAL PORQUE ASÍ OPERA EL PATRIARCADO...

sábado, 19 de septiembre de 2015

REPUDIO A "LA CUARTA" POR PORTADA FEMICIDA

REPUDIO AL DIARIO "LA CUARTA" DE $HILE
POR SUS PORTADAS FEMICIDAS!!!
Enviado X Carolina Lafuentes
RED CHILENA CONTRA LA VIOLENCIA DOMÉSTICA Y SEXUAL

LAS GORDAS, "NOS CONSTRUIMOS COMO UN CUERPO EN RESISTENCIA"

Hacer cuerpo: gordura femenina y empoderamiento
X Paz Moreno/Enviado X Puka Uma
Lo cierto es que las redes del poder pasan hoy por la salud y el cuerpo. Antes pasaban por el alma. Ahora por el cuerpo. Michel Foucault

“Soy un buen corazón, inteligente, atractiva, persona, y estoy gorda. No hay paradoja allí”, afirma Kate Harding1. ¿Por qué asumir la gordura como parte de la construcción personal, como una condición del cuerpo, mutable o no, como tener el pelo largo o corto, la nariz grande o chica, los ojos café o negros? ¿cuál es la paradoja? ¿cuál es el valor de evidenciar la ausencia de contradicción?
La normatividad de los cuerpos es una fuerza arrolladora que determina y construye. Crecimos siendo interceptadas por estímulos –y por figuras que ya han sido intervenidas por ellos- en un devenir eterno entre el deber ser y lo que se es. En este contexto, el cuerpo gordo ha amanecido como un espacio de detrimento y ha desaparecido de las posibilidades. Las gordas no podemos encontrarnos en los anuncios de ropa, de cerveza, de desodorante. No nos encontramos en el cine, a no ser que sea en comedias ridiculizadoras o en el drama que implica el sufrimiento de la gorda y su posterior redención al convertirse en delgada. La gordura solo puede ser un espacio estacional en la vida, un descuido, algo que debe ser transformado en flaco. Las gordas estamos enfermas, tenemos diabetes, hipertensión, problemas articulares y un largo etcétera que articula nuestra naturaleza como seres limitados, hay cosas que “obviamente” no debemos hacer. Las gordas no podemos usar bikini, comer en público, ponernos ropa sugerente. No podemos ser de carácter, ni demandar en la vida, menos con las parejas, tenemos que agradecer que alguien ose amarnos. No podemos ser sensuales porque es ridícula la gorda con ligas y baby doll, podemos con mucho esfuerzo aspirar a la ternura como medio de conquista, al humor, porque la gorda amiga y graciosa tiene que ser, porque gorda enojona sería el colmo. La gordura es un constituyente, una serie de rasgos que estructuran una idea de subjetividad. Ser gorda “es también ser fea, indeseable, poco saludable, floja, amorfa, boba, lenta, pelotuda”2, paciente, amorosa, maternal, asexual, floja, tierna… No es una condición física. La complejidad de esta dinámica radica en que se da desde la naturalización despiadada y sus discursos, se regulan, combinan y resuelven fundamentados en la salud, la política, el arte, la estética y todas las posibilidades de pronunciamiento de poder. La normatividad ha establecido que la gordura es la presencia de un cuerpo que debe ser silenciado y eximido de la esfera pública y, con ello, de la política.

Asumir que se posee un cuerpo gordo, disfrutar de él sin desear cambiarlo, ser gorda y asumir esto no como un agravio o menosprecio, ser gorda y no querer –necesariamente– bajar de peso; es decir, que este no sea un constituyente más que físico, es hoy una irreverencia. La aceptación de mi propia gordura me convierte instantáneamente en activista. En primer lugar, porque producto de la construcción subjetiva externa de mi cuerpo, las gordas necesitamos realizar un proceso para poder aceptarlo. Mi cuerpo es rechazado –no solo socioculturalmente, sino que además por la propia dueña- y debo luchar contra objetarme todo el tiempo, contra la tendencia a negarme gracias a lo que establecen los distintos mecanismos sociales y de mercado. Lo desafiante es que si lo logro, con la complejidad que conlleva, de igual manera se vuelve al margen, se retorna a la no aceptación, porque la gorda autoconforme, autoaceptada, feliz, se convierte en paria. Es un reto explicar que no tienes un pendiente con tu cuerpo. Evidenciar que en comentarios como “igual eres bonita”, “si bajas unos kilos te verías muy bien”, “pero ¿y no tienes ninguna enfermedad?”, “estás más flaca, qué bien te ves” hay un sesgo durísimo, que implica que mi cuerpo está destinado al cambio, que lo que soy hoy no está asociado al (cuestionable concepto de) belleza o a la salud o a lo erótico y que decidiste desechar ese paradigma. Es arduo mantenerse en la línea de la autoaceptación del cuerpo gordo cuando no encuentras ropa de tu talla y la norma indica que es tu cuerpo el que debe cambiar para entrar al mercado y no al revés. A eso me refiero con el activismo, la aceptación de la gordura requiere que los discursos estén en la mesa, que no sea un conocimiento marginal, porque es necesario tener un respaldo teórico, social, humano, que te apoye y calme la angustia y la culpa a la que el sistema somete nuestros cuerpos.
La estructura de la culpa en esto sí que es un lastre. Creo que es el mayor castigo social de la gordura. Las gordas no podemos sentir libertad sobre nuestros propios cuerpos, ni sobre nuestras posibilidades de elección. La culpa genera la paranoia (justificada o no) de que todo nuestro acontecer, especialmente lo negativo, está radicado en la gordura. La sensación de éxito en una relación de pareja, en el mundo laboral, el desarrollo académico pueden estar mediados por nuestra percepción acerca del peso. Comer en público nos expone, entrar a una tienda de ropa abre la posibilidad de la herida. Cuán marcadamente no recordamos el(los) momento(s) en que nos dijeron gorda en la calle o cuando al preguntar por una prenda, nos negaron cualquier información con la frase “no hay en tu talla”. He ahí el eterno retorno de la culpa. Las ganas de arrancarse trozos del cuerpo y de morirse de hambre. Y llega el límite que rompe el deseo, como dice esa canción kitsch. Porque llega la ausencia de este (no solo sexual, intelectual, el pulsional, vital…) y algo dentro de una debe quebrarse para comprender que hay una necesidad imperante de un análisis mayor y que a veces hacer cuerpo es más complicado que hacer patria.

Las gordas necesitamos hacer cuerpo. Tenemos que dejar de definirnos por lo que no somos y empezar a ser. Tenemos que exigir la representación en los medios, en la publicidad, en la moda, en lo que sea, no solo porque también nos vestimos, sino porque realmente, realmente, no es necesario que el desodorante me lo publicite una mujer delgada. Es necesario comprender que la presencia no es un tema menor en términos de acción social, ya que los medios pueden ser mantenedores del status quo o potentísimos motores de cambio.Tenemos que aspirar a que en algún momento, cualquier niña gorda no tenga que comprender por el camino largo que su cuerpo es bello y que puede ser sano, sino que pueda identificarse y decidir. Tener la opción de observarse a sí misma y generar el espacio reflexivo acerca de si le complace ese cuerpo o no, y no ser reducida a un marco identitario deficiente, minúsculo y falso. Es necesaria, por parte de todas, la demanda de visibilización como referente corporal, generando un anclaje con la presencia de la variedad de cuerpos en la esfera pública.

En definitiva hoy nos constituimos como un cuerpo de resistencia. Dentro de los abordajes a una conceptualización teórica de la gordura, la palabra gorda se toma como bastión de lucha para subvertir el término y desechar la idea de que esta palabra sea insultante o connotativa. Esto responde a una necesidad social de resignificación y reconstrucción del propio cuerpo. En esto Judith Butler, explicita que “asumir el nombre por el que a uno se le llama no supone simplemente una sumisión a una autoridad previa, dado que el nombre ha sido ya liberado de su contexto previo e incluido en un trabajo de autodefinición. La palabra que hiere se convierte en un instrumento de resistencia, en un despliegue que destruye el territorio anterior de sus operaciones.”3Los discursos son entendidos por Foucault (2002) como prácticas reales situadas históricamente que constituyen parte de la realidad objetiva. No son meras representaciones, sino afirmaciones que producen una estructura determinada de instituciones, reproducen el poder.De este modo, los discursos son entendidos como campos de batalla que portan conflictos de poder, que intentan dar las definiciones legítimas de un fenómeno (1976). Por eso es necesario explicitar, desde el discurso, desde los medios, desde el arte; lo invisibilizado, lo silencioso y silenciado, reconstruir(nos) el discurso de la gordura desde el yo.

Esta no es una preocupación estética. La importancia de la visibilización es proyectiva y tangencial en sentido político. El cuerpo de la mujer es utilizado como herramienta de desempoderamiento. Las mujeres en la esfera política son mayormente cuestionadas por cómo se ven, por cómo visten y se peinan, antes que por su mensaje.4 La falta de mujeres y, además, de mujeres diversas en las esferas públicas conmina a las nuevas generaciones a la ausencia de participación, a la falta de identificación y referentes. No permitamos la ausencia. Los conceptos de la gordura hoy no son la inocente ecuación calórica, a las gordas se nos ha negado autodefinirnos, hemos sido relegados a ser concebidos por otros, por los médicos, por las amigas, por la pareja, por el cine, por la televisión, el mercado, la publicidad, por las musas del arte. Se nos exilia de la posibilidad de ser felices hoy, y se nos recluye a la felicidad futura, cuando pesemos 2 o 5 o 10 o 30 kilos menos; porque hoy la gordura es una sensación generalizada y antipática sin importar números.
Esta exhibición puede ser incómoda para muchos. La gordura está normalizada como “el flagelo contemporáneo”. Que se sepa que existe la posibilidad de que haya goce, estética, erotismo, sensualidad, moda, salud en un cuerpo gordo. Que se reconozca la lucha consciente contra la arbitrariedad del signo. Que ser gorda no es lo peor que te puede pasar en la vida, (increíble la cantidad de veces que he escuchado eso) y que el activismo puede ser personal, cotidiano, panfletario, contestatario, mediático, pero el objetivo siempre es posibilitar una óptica diferente en uno mismo y en otros, para entender que las cosas no son necesariamente como están establecidas. Salir del espacio de confort para dirigirnos a uno más compromisorio, porque las carnes blandas a veces son cómodas, el silencio es grato y explicitar es un proceso desgastante. Pero no hay de otra. Tenemos que extendernos hacia espacios cotidianos. Creo profundamente que esto es lo que permitirá cambios reales en los comportamientos arraigados y en las percepciones con respecto a la susceptibilidad de los cuerpos. Y es un deber de aterrizaje también, de todos aquellos quienes intentamos investigar, analizar, evidenciar o tengamos algún acercamiento a la perspectiva de género.

Visibilicémonos como gordas y a las gordas, para lograr el desanclaje de la asociación peyorativa, para abrir la posibilidad de desenvolvimiento social y político, para desetiquetarse del deber ser e incorporar aquello que se desee y de ese modo este relato se potencie desde las relaciones primarias. Tal como lo planteó Harding, somos inteligentes, hermosas, sexuales, activas, contestarías, deportistas, somos lo que queramos ser. Y estamos gordas. No hay ninguna paradoja allí. Hagámoslo saber.

Referencias
1Harding, Kate.You’re Not Fat. En “Feed Me: Writers Dish About Food, Eating, Weight and Body Image.”, editado por Harriett Brown, 167-174. Nueva York: Ballentine Books, 2009.
Kate Harding es co-autora de “Lessons from the Fat-o-Sphere: Quit Dieting and Declare a Truce with Your Body” y fundadora de lo que fue durante un tiempo el más popular blog de aceptación del cuerpo de internet, Shapely Prose. Ha colaborado en numerosas publicaciones en línea, incluyendo Salon, Jezabel, The Guardian, y el LA Times, y otros ensayos como el del cual se saca esta cita.
2 Ibid.
3 Butler, Judith. Lenguaje, poder e identidad. Disponible en http://es.scribd.com/doc/231289289/Judith-Butler-Lenguaje-Poder-e-Identidad, visitado el 30 de agosto de 2014.
4 Interesante en este plano es el análisis que hace el documental Miss Representation, donde objeta las representaciones políticas de la mujer en la política y los medios en EEUU. http://therepresentationproject.org/

Bibliografía
Harding, Kate.You’re Not Fat. En “Feed Me: Writers Dish About Food, Eating, Weight and Body Image.”, editado por Harriett Brown, 167-174. Nueva York: Ballentine Books, 2009.
Foucault, M. (2002). La arqueología del saber. Buenos Aires: Siglo Veintiuno.
Foucault, M. (1976). Yo, Pierre Riviere, habiendo degollado a mi madre, mi hermana y mi hermano… Barcelona: Tusquets Editor.

Paz Moreno Parra. Candidata a magister en estudios culturales y teoría de género de la Universidad de Chile, trabajando en la construcción de subjetividad femenina y gordura en los medios masivos chilenos. Es licenciada en literatura y lingüística hispánicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
pazmorenoparra@gmail.com / http://www.twitter.com/relaciontextual


Fuente: Hysteria México

MARCELA RODRÍGUEZ VALDIVIESO, CONDENADA EN "DEMOCRACIA" POR TRIBUNALES MILITARES 1990, NO OLVIDAR

Hacemos memoria en Puntada con Hilo porque nunca hay que olvidar.
En 1990 bajo el mandato de Aylwin, el mismo que lloró por la tele por los desaparecidos, pero que antes había sido parte de los golpistas, fue juzgada por tribunales militares que la condenaron a 10 años y un día o pagar una multa de 12 millones de pesos. En 2000 fue liberada por razones humanitarias, pero exiliada de $hile… exilio en “Democracia” concertacionista.  Gendarmería no le permitió la rehabilitación por lo tanto quedó en silla de ruedas para toda la vida. Hoy vive en Bologna, Italia

ESTA MUJER TIENE NOMBRE, SE LLAMA MARCELA RODRÍGUEZ VALDIVIESO
X victoria aldunate/año 2000/La Firme
Desde la calle se avista en el 4º piso del Hospital de Infecciosos Lucio Córdova, a varios gendarmes armados...  “Ahí está la mujer metralleta” comenta un hombre queriendo explicar el espectáculo.  La verdad, Marcela está en una silla de ruedas con una incapacidad mayor a 2/3 de su capacidad física total. Entre otras cosas, debe ser sometida cada tres horas a la colocación de una sonda que se introduce por un orificio en el ombligo para descargar la vejiga, y cada instrumento que se usa debe ser manejado con sumo cuidado, de no ser así puede contraer infecciones urinarias que de prolongarse causarían un envenenamiento a la sangre y la muerte.  

Hoy tiene 48 años recién cumplidos, está condenada a 10 años y un día por tribunales militares. Es parapléjica crónica aunque el día 14 de noviembre del año ‘90 cuando la detuvieron herida, solo había quedado parapléjica... En la prisión preventiva en el Hospital de Gendarmería no le dieron chance de rehabilitación.

Mentalidad torturadora aquella que somete a negligencia a su acusada, a la que, dicho sea de paso, no le ha probado nada más que lo que ella misma reconoce, su participación en la evasión de un detenido -causa por la cual en Chile se condena por lo general a 541 días de cárcel-. Pudiendo haber revertido en parte su condición de salud no lo hicieron: “Un minusvalido en mis condiciones, con una terapia intensa, continua y permanente de unos pocos meses puede lograr vestirse por sí  mismo, obtener fuerza en los brazos para trasladarse de la silla de ruedas a la cama y viceversa... Todo lo anterior pudo haberse logrado, pero la prisión preventiva de un año y 3 meses y la imposibilidad de terapia rápida en el recinto carcelario de Gendarmería, impidió mi tratamiento”, dice Marcela Rodríguez en la carta en que solicita el indulto presidencial  -que aún espera- fechada el 19 de octubre de 1999.
En aquella misma detención, para poder realizar sus necesidades básicas, le conectaron una sonda constante en la vejiga, solución que se puede aplicar por periodos limitados de tiempo, pero que a ella se le aplicó por varios meses, el resultado fue la rotura se las paredes del conducto uretral.
  
¿Quién es esta mujer?
Pobladora del sector sur de Santiago, en los años ‘60 participó en movimientos juveniles, luego del ‘73 fue secretaria en una oficina de arquitectura, tuvo dos hijas que murieron por fallas hepáticas al poco tiempo de nacer en el ‘76 y en el ‘78. Unos años antes había estudiado en la Universidad Técnica la carrera de Tecnología en Tejido que no terminó. Durante los 17 años de dictadura participó en la lucha contra Pinochet y considerando que “el reemplazo de la dictadura militar por un gobierno civil solo cambió algunas cosas...”*, se unió al rescate desde el Hospital Sótero del Río de Ariel Antonioletti.
Luego de la prisión preventiva, gracias a la solidaridad internacional como a la de instituciones y personas chilenas obtuvo la libertad provisional. En los años que siguieron trabajó en “Armamater”, un taller de juguetes artesanales que contrata a discapacitados. Ha sufrido 17 diversas operaciones en 8 años... pero Marcela no siente que hayan mejorado su condición, y no es solo su sensación, el informe médico Nº 6446 del Servicio Médico Legal al Ministerio de Justicia del 10 de junio de 1999 revela que Marcela Rodríguez  “requiere de procedimientos y técnicas médicas que la paciente no dispone en su tratamiento actual... y que no puede desarrollarse en el territorio nacional , dado que no existen centros especializados en terapia de parapléjico crónico complicado”, es decir, luego de hacerse crónica su afección, ya no es posible en Chile alcanzar un nivel de mejoramiento que le dé relativa autonomía personal. En Europa en cambio se cuenta con esas posibilidades.

Fue herida por la espalda
La camioneta avanzaba hacia el norte y el disparo que lesionó su tercera vértebra vino del sur. 
No la pudieron condenar por la muerte de gendarmes al interior del recinto hospitalario por falta de pruebas entonces la condenaron por  un hecho ocurrido en las afueras del Hospital: “maltrato de obra a carabinero en servicio con resultado de muerte”, según reza la sentencia de la Corte Marcial del 28 de diciembre del año 1998. Esto supuestamente sucedió en plena huida, no hubo ningún testigo. Es más, no se realizó ninguna pericia para comprobar que la acusada pudo haber disparado un arma, no hay informes que hablen de residuos de pólvora en sus manos. La condena también omite que el balazo lo recibió por la espalda, posición contradictoria con la acción de dispararle a un carabinero que la perseguía.
La independencia de los tribunales militares chilenos es bien conocida, en este contexto tampoco deberá extrañar su burla: pide a la familia de Marcela $12.000.000 como fianza para dejarla en libertad...

A Marcela le  duele “todo lo que puede doler”, toda la parte de su cuerpo que siente, y aunque conversa animadamente y tiene hasta la fortaleza de reír y ser acogedora con quien la va a visitar, se percibe que le está doliendo aún más que eso. Quisiera vivir con su compañero, quisiera salir por si sola a calle, quisiera ir sola al baño... No es mucho pedir, pero le estará siendo negado mientras se prosiga el ensañamiento con su salud y su cuerpo.

Hace pocos días la fueron a visitar médicos del Ministerio de Salud y el Vicario de la Pastoral Social,  Alfonso Baeza. Luego de ello el Vicario declaró a la prensa su “extrañeza de que en nuestro país no exista una legislación especial para estos casos”, tras lo cual planteó que “si tiene que permanecer aquí, es de esperar que sea en las mejores condiciones”*.
¿Cuáles serían esas condiciones que “los técnicos del ministerio están evaluando”, si viéndose en grave riesgo de contraer infecciones se encuentra en un Hospital para enfermedades infecciosas, y si ya el Instituto Médico Legal ha declarado que en Chile no hay condiciones para ella?

victoria aldunate, feminista autónoma

*  Solicitud de Indulto Presidencial de Marcela Rodríguez V.  19 de octubre de 1999  /  ** “La Nación”, 25 de febrero de 2000
 Fuente: La Firme N° 99, “Esa mujer tiene nombre”.  Victoria Aldunate Morales“, 10 de marzo de 2000,.


FLORA PAVEZ TOBAR, PRESA POLÍTICA DE LA "DEMOCRACIA" $HILENA, AÑO 2007, NO OLVIDAR

Hacemos memoria en Puntada con Hilo porque nunca hay que olvidar que en pleno primer gobierno de Michelle Bachelet una compañera fue detenida por decirles que No. Una mujer que ya había vivido un proceso contra ella en la "Democracia" del Gobierno de Patricio Aylwin.
Pintura imaginaria, Magritte, Lessines, Bélgica, 1898–1967 MUJERES ROTAS

Prisión política de Flora Pavez Tobar
CASTIGO POR DECIRLES NO, A LOS PRECUSORES DEL “NO”
X victoria aldunate
La Concertación sufre paranoia dictatorial grave, sostiene un estado de derecho que parte presumiendo culpables de delitos terroristas a quienes han mostrado desacuerdo con sus políticas, arrastra por décadas procesos antiterroristas abiertos, acusa falsamente a ex presos políticos y así castiga las vidas de la gente que se atrevió a decirles que “NO”… ¡A ellos!: Los precursores del “Vamos a decir que NO” el año 1989.

A Flora Pavez Tobar, como a muchas y muchos, la Alegría que decían que venía, ni siquiera la rozó y, ciertamente, dice más de esta “Democracia” que de Flora, el que ella, que fue detenida en dictadura, sea presa política en “democracia”. Es decir presa política no reconocida como tal, pero “¡Dime de algún gobierno que reconozca a sus presos políticos!”, desafía el abogado de derechos humanos de FASIC, Fundación de Iglesias Cristianas, Alberto Espinoza Pino.

Está claro, esta "democracia" hace lo que cualquiera de estas falacias, por eso a esta presa política chilena en un gobierno “femenino”, no le han prestado ayuda médica ante malestares de salud, la han allanado y hasta han taladrado las paredes de su celda “para ver si planeo alguna escapatoria o escondo algo, no sé…”, declara Flora, molesta.

Ella es presa política por segunda vez por culpa de un proceso del año 92 (¡de hace 15 años!), y  aún no sale de su asombro por la manera en que la detuvieron, totalmente fuera de contexto: “4 autos y 12 hombres para mí sola en San Vicente de Tagua Tagua (su pueblo en la 4ª región), que me esposaron y me metieron violentamente a uno de los autos sin explicarme absolutamente nada, me llevaron a Santiago, al Cuartel de Investigaciones de Chile, departamento 5º en Borgoño, no me informaron nada nuevamente, y recién al otro día, esposada y con grilletes, en la Fiscalía 4ª me dijeron que era por los procesos del 92”.

“NOS SIGUEN CASTIGANDO”
Flora se encuentra actualmente en el SEAS, Sección Especial de Alta Seguridad de la Cárcel de Mujeres donde conversamos con ella hasta que las gendarmes nos echaron. Hablamos de su vida y hasta nos reímos, compartimos relatos y la esperanza de que salga pronto. 

“Luchamos por un Chile distinto”, relató “y nos siguen castigando porque tuvimos la rebeldía de luchar por eso. Soy de las mujeres de los años 80, que a diferencia de las que hoy están en el poder, continuamos buscando un Chile justo. Los que están ahora en La Moneda, en el Parlamento, en los Ministerios, son los mismos que en el gobierno de la Unidad Popular apoyaron el golpe. Cuando yo vi que quedaba inconclusa esa lucha, que todos empezaron a irse pa’ la casa, yo no podía y no quería hacer lo mismo. En verdad, nada había cambiado, era sólo maquillaje, y eso lo sabíamos todos, y yo no iba a autoengañarme con lo de La Alegría que ya venía… Me tomaron en el 92 y estuve con otros compañeros 42 días en huelga de hambre, cumplí 5 años y medio adentro, y me parece suficiente. Ahora quería hacer trabajo social en poblaciones, talleres y organizaciones de mejoramiento de la calidad de vida, trabajar, mantenerme, desarrollar mi relación de pareja, pero estoy acá, por algo de hace 15 años”…

El abogado de FASIC, explica –aunque para ser sincera, esta comunicadora no entiende y no es que él no sea claro o mis neuronas no me acompañen, sino que los paradigmas legales me indigestan- que Flora a pesar de haber estado 5 años y medio tras las rejas y otros 8 años y medio firmando en la Fiscalía, legalmente “no ha cumplido condena aún”. “Ella tiene 3 penas, pero es una gran injusticia que esté en la cárcel de nuevo, porque resulta que en Chile, en los años 90, se arbitraron medidas para que no hubiera presos políticos. Además estamos hablando de una mujer reinsertada, con una vida de trabajo y esfuerzo”.

En Gendarmería de Chile, cuyo lema es “Vigilar, atender, rehabilitar” (como si Harboe, subsecretario del interior hubiera sido el filósofo fundador de esa institución) dicen de Flora, tiene una causa por “Delitos, daño y lesiones graves” que ingresó el 4 septiembre y que su condena actual serían 3 años y un día, más uno, más 541 días. O sea, 4 años 1 mes y 25 días aproximadamente, que si los sumamos a los 5 años y medio en la cárcel y a los 8 y medio firmando, nos dan más de 18 años… ¡Y ya no queremos contar más las injusticias y falacias de estas democracias tan desgraciadas!

¿CÓMO ES FLORA?
Una mujer pequeña, pero fuerte, clara en sus planteamientos, sencilla y afectuosa, que sonríe bastante, incluso ahora. Cuenta que desde sus 18 a sus 29 años, hizo “trabajo social”, de ese que se suele hacer por el placer de empujar a un mundo que no quiere avanzar solo. Era trabajo y vida comunitaria, talleres, juegos con los niños y niñas, reflexiones grupales, ollas comunes, con organizaciones de allegados, con mujeres y sus hijos e hijas, en poblaciones populares. Eran los años 80 que bullían de represión, pero también de fuerzas para haber cambiado esto que tenemos ahora…

A los 14 años, en el 77, se dijo: “No voy a ser una mujer más”…
Quería decir, explica, que su imagen de los hombres, de cómo trataban y se portaban con las mujeres, no era de las mejores, entonces ser una de ellas, sin educación, sin autonomía, con una chorrera de hijos que nacían tan pobres como ellas, metida en la casa, no era lo que buscaba vivir.
En su pueblo no había Enseñanza Media, para proseguir estudios luego de la básica, si quería ir a la Media, debería haberse desplazado todos los días a otra ciudad y no había plata para eso en su familia con un sueldo de obrero, una madre que se dedicaba al trabajo impago de la casa, y varios hijos e hijas además de ella. Por eso a los 15 años, emigró a Santiago donde ya se encontraba su hermana mayor, y buscó trabajo “en lo que fuera”. Y lo que fuera, ya se sabe, para las mujeres pobres en Chile como en toda Latinoamérica, es un abanico estrecho, así es que comenzó a trabajar como empleada doméstica y también en talleres de costura. Gracias a su salario, retomó sus estudios medios en un Liceo nocturno y años más tarde aprendió digitación en computación.

Así, le llevó la contra, una vez más, a su padre y a todos los padres que a menudo dijeron: “¡Y pa’ qué va a estudiar!”… -¡Y pa’ que va estudiar, si es linda!, ¡y pa’ qué va a estudiar, si se va a casar!, ¡y pa’ que va estudiar, la suelta!-…

Además tampoco, en ese tiempo aceptó casarse ni tuvo hijos, porque fue lo que eligió junto con su postura política. “No porque no tuviera ganas, sino porque tenía más ganas todavía de hacer otras cosas, y no me veía arrastrando hijos o hijas en ese torbellino que era mi vida, una vida que en todo caso, me gustaba y asumía como mi proyecto social y político”… ¿Han notado, que a veces los hombres se van a las guerrillas, a la revolución o lo que sea, y dejan hijos regados? Bueno, ella no quiso hacer eso.

TORTURAS Y ABUSOS EN “DEMOCRACIA”
En el año 89, a los 26 años, el 8 de marzo, Flora cayó detenida haciendo rayados en la calle. Tres años después, en 1992, fue torturada y abusada. Esto, ya en supuesta democracia, con Aylwin, aquel ex golpista que lloró por la tele cuando reconoció las violaciones a los derechos humanos…
En la comisaría Las Tranqueras del barrio San Pablo, en Santiago, uno de los carabineros de civil que la torturaban le gritó: “¿Te acordai’ de mí? ¿Te acordai’ de cuando caíste el 89? ¡Te dije que te iba a costar caro!”. Flora en realidad ni se acordaba, pero ellos sí. Y vendada, esposada, desnuda, amarrada de pies y manos, puesta en la parrilla eléctrica, abusada sexualmente, “manoseada, humillada”, como todas las mujeres que son doblemente vejadas por el sólo hecho de ser mujeres, vio violados sus derechos humanos una vez más, tanto o más de lo que habían sido violados en dictadura.
También en esa ocasión, los torturadores le echaban en cara que no se hubiera casado ni tuviera marido: “Que si hubiera tenido hijos y hombre, no habría andado hueveando, como ellos decían. Así es que yo me inventé un pololo para que me dejaran tranquila de una vez”, explica Flora.
Bajo torturas reconoció ser integrante del Movimiento Juvenil Lautaro, y quedó presa por 5 años y medio. El proceso en algún momento de su latigudo desarrollo, llegó a fojas 0 por falta de pruebas y porque no hubo ni siquiera reconocimiento de testigos, pero, “misteriosamente, volvieron a abrirlo, y quedé firmando, hasta el 3 de septiembre recién pasado en que llegaron con todo su circo a buscarme a mi pueblo, y me sacaron de allí, delante de todos mis vecinos, mostrándome como si fuera alguien muy peligrosa”.

IMPRESENTABLES
En los últimos años, Flora, ahora en pareja con Jorge, también ex preso político de la “democracia”, consiguió una vivienda propia, y si bien, ella y su pareja, por sus antecedentes políticos carcelarios, no han podido elegir los trabajos asalariados que han encontrado (¿pero quién puede hacer eso en el $hile neoliberal?) igual han trabajado para mantenerse y pagar un subsidio habitacional, como temporeros en la fruta, y ella además como empleada doméstica. Jamás han podido acceder a atención en salud más que como indigentes, ni a algún beneficio de los que tienen los ex pres@s polític@s y exonerados de la dictadura.

Para ellos y ellas, nada, sólo más persecución, lo que parece, otra estrategia concertacionista para mostrar su complacencia a los dueños de $hile y también una manera de minimizar la impunidad, comparando a personas actuantes a partir de sus ideas con agentes de un Estado dictatorial, el de Pinochet, que cometió crímenes contra la humanidad.

El último año, habiendo descripciones atroces de procedimientos de exterminio a las víctimas y habiéndose probado la participación directa de criminales procesados como Freddy Enrique Ruz Bunger, Carlos Arturo Madrid Hayden, Álvaro Julio Federico Corbalán Castilla y Sergio Antonio Díaz López, en el caso del detenido desaparecido Juan Luis Rivera Matus, la sala Penal de la Corte Suprema resolvió anular la sentencia que los había condenado a 10 años de presidio mayor por una de 3 años de presidio menor en su grado medio para Ruz Bunger y Madrid Hayden (con remisión condicional) y de 4 años de presidio menor en su grado mínimo a Díaz López con libertad vigilada, lo mismo que a Corbalán Castilla. En el caso de la desaparición de Luis Vidal Riquelme y los homicidios calificados de Cesáreo Soto y Rubén Acevedo, la Segunda Sala Penal de la Corte Suprema aplicó prescripción por tres votos contra dos y absolvió al criminal condenado por sus muertes, José Basilio Muñoz*…
Es decir, los mayores criminales, torturadores y violadores, con penas de 3 años y en definitiva sueltos, mientras Flora está encerrada habiendo cumplido ya 5 años y medio adentro y otros 8 y medio fuera de la cárcel: ¡Esta democracia es un desgracia!, como decimos las feministas autónomas desde los 90, sí, y además ¡impresentable!


Victoria Aldunate Morales
Memoria Feminista
Feministas Autónomas



*Juan Luis Rivera Matus, Electricista, ex dirigente sindical de Chilectra y militante del PC,  detenido el 6 de noviembre de 1975. Luis Vidal Riquelme, detenido desaparecido que iba en la misma patrulla militar con Cesáreo Soto González y Rubén Acevedo Gutiérrez, cuyos cuerpos fueron encontrados en los días posteriores al golpe del 73 en el río Loncomilla.